Efluentes y la Calidad del Agua
Por Dr. Alexandre Arenzon – (Postagem original www.ufrgs.br/ecotox – 24/08/17 atualizado en 16/10/23)
La calidad del agua superficial utilizada para el suministro público se ha convertido en una gran preocupación en tiempos recientes. Se están llevando a cabo debates para evaluar si los criterios establecidos para monitorear esta agua, así como los límites impuestos por la legislación brasileña, son suficientes para garantizar su pureza y seguridad.
Los efluentes domésticos e industriales, independientemente de si han sido tratados o no, se liberan constantemente en las aguas superficiales. Sorprendentemente, estas son las mismas aguas que se extraen para abastecer nuestros grifos. Aunque los ríos, lagos o embalses tienen la capacidad de purificar los desechos que reciben, es importante recordar que esta capacidad tiene sus límites. A medida que crecen las poblaciones urbanas, la cantidad de desechos arrojados a los ríos aumenta, no solo en volumen, sino también en la cantidad de compuestos presentes.
La preocupación aquí no debería limitarse solo al monitoreo de la calidad del agua que consumimos, sino también a la relación directa entre esta calidad (o su falta) y el constante flujo de desechos que reciben estas aguas.
Así como el crecimiento de la población nos obliga a liberar volúmenes cada vez mayores de efluentes, deberíamos considerar hacer obligatoria una mejora gradual en la calidad de estos efluentes liberados. Establecer metas para reducir la carga orgánica o la carga tóxica, por ejemplo, podría contribuir a la autodepuración de los ríos al reducir el volumen de desechos que reciben.
El estado de Rio Grande do Sul fue pionero al promulgar legislación ambiental que exigía una reducción gradual en la toxicidad de los efluentes (CONSEMA 129/06). Al final de un período de adaptación de 16 años, todos los efluentes liberados en las aguas superficiales del estado debían estar libres de toxicidad. Esta legislación estuvo en vigor durante una década y motivó principalmente al sector industrial a llevar a cabo investigaciones, inversiones y ajustes para reducir la toxicidad. Al reducir la toxicidad, es seguro que también se reducirían los compuestos causantes, disminuyendo así el impacto en los ríos.
Lamentablemente, esta resolución ambiental fue revocada a finales de 2016, para ser reemplazada un año después por la Ordenanza 66/2017. La nueva Ordenanza establece la aplicación de la legislación federal CONAMA 430/11 en el estado de Rio Grande do Sul, tratando cada efluente como único, para ser recibido y purificado por el río sin considerar la carga contaminante liberada por las instalaciones circundantes, y mucho menos establecer una reducción gradual de estas cargas.
Es importante destacar que simplemente agregar más parámetros a la lista de monitoreo no garantiza por sí solo una mejora en la calidad de los cuerpos de agua. A menudo, esto solo sirve para mantener un registro actualizado de lo que se puede encontrar en las aguas. Del mismo modo, imponer límites más estrictos a los parámetros monitoreados puede resultar en una lista aún más larga de requisitos difíciles de cumplir sin abordar la raíz del problema.
Es fundamental reconocer que las aguas superficiales seguirán bajo presión constante hasta que ocurra un cambio sustancial en los estándares de los efluentes arrojados en estas áreas. Solo entonces podemos vislumbrar una verdadera mejora en la calidad de estos recursos naturales.